Viendo como llega el otoño desde mi amada Gran Vía. Los últimos días de un extraño verano, en el que la fotografía de calle está plagada de mascarillas, un verano en Madrid de terrazas y miedos, de gel y abrazos simulados, de distancias y de ausencias. Hoy llega la lluvia de repente, normalmente es síntoma de que se cierra una página y comienza otra. Esta vez no hay esa sensación de dejar lo malo atrás. Una situación de la que se supone que saldríamos mejor. Creo que nada ha cambiado y algunos continuarán con las mismas ideas y la misma sinrazón. Otros, afortunadamente, continuarán con su compromiso, solidaridad y amor al resto de la humanidad.
